jueves, 19 de julio de 2012


NO DEJEMOS DE SOÑAR

Esta es la historia de un niño muy amigable  que le encantaba compartir sus cosas con sus amiguitos y como ya estaba cerca la fecha de su cumpleaños decidió decirle a su mamá que si pensaba en obsequiarle algo le gustaría que fuese un regalo especial que pudiera compartir con todos sus amigos. El niño le dijo esto a su mamá porque ella siempre le había dado regalos en cada cumpleaños, por lo tanto él pensó que este cumpleaños no seria la excepción.

La mamá se quedo pensando en cual podría ser ese regalo y el día que fue al centro a buscar el regalo vio una bicicleta pero al instante pensó una bicicleta no porque solo la disfrutaría él, mientras los demás podrán solo observarlo y mi hijo quiere un regalo especial que pueda compartir con los demás niños, donde todos se diviertan al mismo tiempo.
Luego pensó en ropa pero igual seria solo para él y eso no era lo quería el niño,

por lo tanto, decidió preguntarle a una niña que cual seria su regalo especial y ella contestó que cualquier cosa que le regalaran y mamá dijo: ¡unas flores! Y la niña respondió puede ser, si son dadas con mucho amor es un hermoso regalo.


Después le hizo la misma pregunta a un niño y él le dijo que unos zapatos, pero si ella compraba unos zapatos solo se los podría colocar su hijo y así siguió pensando en ese regalo tan especial.

El día del cumpleaños del niño se reunieron todos los niños de la cuadra en la casa de este para festejar y divertirse mucho, todos estaban emocionados y felices pues lo querían mucho. Cuando llego el momento de mamá entregar el regalo especial el niño ya estaba ansioso por poder compartirlo con sus amiguitos, entonces mamá dijo: tú querías un regalo especial, un regalo que todos puedan disfrutar, se los tengo, vamos a crear la noche y todos se quedaron sorprendidos y se preguntaban ¿Cómo vamos a crear la noche? Si esta ya existe, ¿Cómo lo hacemos? Se seguían preguntando todos, mientras tanto mamá les decía ¿Qué se les ocurre para comenzar? Y ellos dijeron dibujemos y  pintemos la noche, muy bien dijo mamá y ¿Qué mas? Entonces cantaron y tararearon muchas canciones. 

Después mamá les dijo que les parece si cierran los ojos y se imaginan un regalo especial,

 cada uno fue cerrando sus ojitos e imaginando, y de repente en medio de tanto silencio escucharon los maullidos  (miau, miau, miau) de un gato
 

y luego escucharon el relinchar de un caballo, y cuando pudieron observarlo se dieron cuenta que  no era cualquier caballo este tenia unas hermosas alas de distintos colores,

 los niños estaban maravillados con ese regalo, lo tocaron, abrazaron y en sus rostros se dibujaron grandes sonrisas, sin embargo, había un pequeño detalle había un solo caballo y como iban a hacer para compartirlo, si alguien se lleva la cabeza esta es muy bonita y el caballo se vería extraño y si se llevan una pata pasaría lo mismo, ahora ¿cómo hacemos para que cada uno tenga un caballo tan hermoso? Y mamá les dijo: vamos a hacer magia, sigan imaginando pero ahora piensen en su color favorito y tendrán su caballito y así fue, pero mientras esto ocurría se escuchó a lo lejos el ladrido (guau, guau, guau) de un perro

y  de repente de las alas de aquel hermoso caballo empezaron a salir caballitos de diferentes colores y así cada uno ya tenia su propio caballito, los había de todos los colores.
En ese momento los niños preguntaron ¿Cómo hacemos para llevárnoslos a nuestras casas?

Y mamá respondió: vamos a acariciarlos, sentirlos y poco a poco lo vamos acercando a nuestro corazón donde lo guardaremos para siempre y en las noches después que mamá y papá les den el beso de las buenas noches,


 cuando estén en sus camas, lo pueden sacar, colocar en la almohada y seguir teniendo hermosos sueños, pueden sentir que están columpiándose en un arco de mariposas o deslizándose por el arco iris y su caballito también estará allí con ustedes porque lo que se guarda en el corazón con amor no se puede destruir.

Por eso, los invito a soñar, crear y tener un corazón lleno de amor porque no existen sueños imposibles cuando ni siquiera somos capaces de soñar.